Hoy comparto con vosotros un poema metafísico de John Donne, que da nombre y abre la novela ‘Por quien doblan las campanas’, de Ernest Hemingway.
Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia; la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas; doblan por ti.
Actualmente estoy leyendo dicha novela, quizás en otro momento dedique una publicación a ella.
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